Panorama político: Un paso atrás en la batalla

El escándalo que se generó alrededor de un presunto vacunatorio VIP generó un simbronazo, no sólo en el Gobierno, sino también en todo el sistema político. La batalla cultural contra el discurso de la antipolítica.

Por Martín Alfaro

Cuando parecía que el Gobierno Nacional había logrado encausar el complejo y demorado sistema del plan de vacunación, una bomba de enormes dimensiones explotó en el corazón del Ejecutivo: el vacunatorio VIP. Quien hizo detonar la bomba fue nada menos que el periodista Horacio Verbitsky al revelar que él había llamado a «su amigo» Ginés González García para vacunarse «bajo la mesa» contra el Coronavirus, confirmando las sospechas que ya se tenían en ciertas redacciones y en ciertos pasillos de partidos opositores sobre la existencia de una lista VIP de vacunados. Lo cierto es que, tras el relato de Verbitsky en el programa radial «Habrá consecuencias», el hecho terminó con el presidente Alberto Fernández pidiendo la renuncia de su Ministro y con los sectores que se auto-impulsan desde el discurso de la antipolítica montándose sobre el genuino malestar social.

“Quiero contarles algo sobre la vacuna”, dijo el también escritor Verbitsky al iniciar el diálogo con el conductor de «Habrá consecuencias», programa del que es columnista. “Bueno, pues ayer me vacuné. Llamé a mi amigo, el ministro Ginés”, dijo sin más rodeos. El porqué del relato de Verbitsky es todavía una conjetura.

Unas pocas horas después de ese relato, Alberto Fernández ya había decidido la salida de Ginés y se había desatado el escándalo político más severo que le tocó enfrentar al Gobierno desde que asumió.

El escándalo no sólo erosionó internamente al Gobierno, también generó una avanzada de aquellos sectores -fundamentalmente aglutinados en Juntos por el Cambio- que, luego de haber hecho durante meses una campaña feroz contra las vacunas, ahora afirman la importancia de que se inmunice lo antes posible a todas las personas en riesgo.

Son los sectores que alimentan el discurso tecnocrático-gerencial que busca erosionar la legitimidad de la política como única herramienta que contrapesa el poderío de la elites económicas.

La bomba de Verbitsky generó una nueva ofensiva de esos sectores que ven una nueva oportunidad para profundizar la desazón y el desanimo que genera en la sociedad ver que hay privilegios en un momento delicadísimo. Con esto, la gente «de a pie» perderá confianza en el Gobierno.

El discurso de la antipolítica, que se monta siempre en un juicio moral, fomenta ahora la idea de que, con esta dirigencia, no será posible la inmunización de la población. Como si quienes esgrimen el discurso de la antipolítica no formasen también parte del mundo de la política, como si ellos jamás hubiesen gobernado.

Por eso el Gobierno nacional tiene ahora una doble tarea: recuperar la confianza de la población en la gestión y también en la política. Esta semana se espera que lleguen al país dos millones de dosis de vacunas Sputnik y Sinopharm. Se deberá trabajar fuertemente en el operativo de vacunación para que sea eficiente y, fundamentalmente, transparente.

A la agenda económica y sanitaria, ahora se suma la necesidad imperiosa de que el Gobierno ponga en agenda la recuperación de la confianza. Porque de ello depende la salud de la población y, esto no es poco, la salud de las democracias de varios países de la región que ven en el nuestro un faro hacia el progreso y hacia modos de lo político que prioricen el interés de las grandes mayorías golpeadas por la crisis sanitaria mundial y por los recientes gobiernos de la derecha neoliberal, algunos todavía en el poder.

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