Murió Carlos Saúl Menem
El expresidente, exgobernador y senador de La Rioja falleció a los 90 años en el Sanatorio Los Arcos, donde había sido internado hace casi dos meses por un cuadro de infección urinaria.
Este domingo, y tras pasar dos meses internado en el sanatorio Los Arcos, donde había sido ingresado por una infección urinaria, murió el ex presidente Carlos Saúl Menem. A mediados del año pasado, el ex mandatario ya había pasado 15 días en el Instituto del Diagnóstico y Tratamiento por una neumonía bilateral.
Carlos Saúl Menem nació el 2 de julio de 1930 aunque, con humor, y por coquetería, él solía sostener que era de 1935. Lo cierto es que su primer respiro lo dio en Anillaco, en el departamento riojano de Castro Barros.
Hijo del matrimonio de musulmanes sunnitas de Saúl Menehem (el empleado de Migraciones escribió «Menem») y Mohibe Akil, nació Carlos Saúl en Anillaco, pueblito perdido en La Rioja, provincia de caudillos y de montoneras. Vio por primera vez a Perón y Evita en 1951, cuando viajó a Buenos Aires con el equipo universitario de básquet, y se deslumbró.
Hizo la primaria y la secundaria en escuelas públicas riojanas. Ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba en 1949 y, dos meses antes del golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955, se recibió de abogado. Conservó la religión de sus padres mientras militó en el peronismo en la época de proscripciones y persecuciones.
Al año siguiente, Carlos Saúl fue preso, acusado de conspirar en el peronismo. Cuando salió en libertad en 1957, fundó en la clandestinidad riojana la Juventud Peronista.
Como el Justicialismo estaba prohibido, fue candidato a diputado de la Unión Popular en 1963 y no pudo asumir por el golpe militar de ese momento. En 1964 iba ser candidato a gobernador, pero Perón llamó a votar en blanco y el hombre fue leal al caudillo exiliado. En todo ese tiempo, Menem fue asesor legal de la CGT.
En 1964 viajó a la ciudad de Yabrud, Siria, de donde provenían sus padres. Y allí conoció a Zulema Yoma, quien sería su esposa y madre de sus hijos Zulemita y Carlos Jr, ella también parte de una familia riojana, recordó Luis Bruschtein en Página/12.
Vivió momentos claves de la historia política argentina. Menem viajó en el avión con Perón en su regreso a la Argentina en noviembre de 1972. Fue el candidato a gobernador en 1973 y ganó con más del 50% de los votos. Lo primero que hizo fue un acto en el pueblo natal de Quiroga para recordar el levantamiento del general Juan José Valle. Entre los presentes estaban los principales dirigentes de la Juventud Peronista y el obispo Enrique Angelelli.
El golpe cívico-militar del ’76 lo encarceló durante dos años. Transitó diferentes prisiones, tras las cuales le concedieron libertad vigilada. Para transitar esa libertad vigilada se fue a Mar del Plata para estar cerca de la farándula, una de sus debilidades. Allí conoció a Alberto Olmedo, Carlos Monzón y a Susana Giménez.
«Eso motivó su traslado a Tandil y de allí a Formosa, donde fue alojado como huésped por la familia Maza. Inimputable, no pudo con su carácter y mantuvo una relación con la hija de los Maza, de 22 años, con quien tuvo un hijo. La mujer fue después diputada nacional y mantuvo a lo largo de su vida un conflicto legal para que Menem reconociera legalmente a su hijo Nair. En 2003 la mujer se suicidó», menciona Bruschtein.
Con el regreso de la democracia a la Argentina ganó las elecciones de 1983 en La Rioja y comenzó su carrera hacia las presidenciales de 1989. En el medio de la crisis por la hiperinflación en los últimos años del Gobierno de Raúl Alfonsín, Menem hizo la campaña con el pelo largo, las pastillas a lo Facundo Quiroga, el caudillo riojano, y amenazando a los EE.UU con bombardear suelo yanqui si atacaban la Libia de Khadaffi. Años después, el envío de tropas de la Armada nacional a Irak -se dice- habrían provocado el atentado a la Embajada de Israel, a la AMIA y el atentado contra su propio hijo, como respuesta a esa traición al pueblo musulmán.
Una vez que asumió la presidencia, Carlos Saúl fue rápidamente disciplinado por las corporaciones. Menem se sacó las patillas, dejó atrás su admiración por los caudillos y se dedicó a desmantelar el Estado, algo que ni siquiera Martínez de Hoz había podido hacer en el golpe cívico-militar del 76.
Privatizó todos los servicios de agua, gas y electricidad, las comunicaciones, el acero, los ferrocarriles, la petrolera YPF, la aerolínea de bandera, desreguló la economía. Todo a un precio vil, como pago de la deuda tomada por los militares. Es decir, regaló los principales activos de la Patria, en el medio de denuncias por corrupción en ese proceso.
Otro de los actos que desencantó a una parte del peronismo fue el indulto a los jefes militares que habían sido juzgados por delitos de lesa humanidad. Había sido el peronismo el partido que más había sufrido los embates de la dictadura.
Su política exterior es recordada como la de las “relaciones carnales” con Washington y buscó la reconciliación con Gran Bretaña, dejando de lado el reclamo por la soberanía en Malvinas.
Dos años después de asumir, convocó a Domingo Cavallo, quien aceleró el proceso de quiebras en la pequeña y mediana industria y fundió a los productores del campo. Privatizó las jubilaciones y creó la estafa de las AFJP. Millones de ciudadanos quedarían sin jubilación en el futuro.
La fiesta -para los ricos, claro- del menemismo dio la ilusión de prosperidad en las clases medias, pero en la Argentina aumentaba la desocupación, se multiplicaban los pueblos fantasma en el campo y las economías regionales se fundían.
Fue el fiel representante de la globalización neoliberal, sostenida por el relato del “fin de las ideologías» y la firme posición de que las “leyes naturales de los mercados” debían regularlo todo. El neoliberalismo terminaba también con el concepto de estado de bienestar que encarnaban los movimientos nacionales y populares como el peronismo.
Escándalos y frases rimbombantes
Menem fue el presidente que más tiempo se mantuvo en el poder. Estuvo diez años y medio. Cuando fue a buscar su tercer período, el poder económico le quitó su apoyo y decidió que el peronismo ya no le sería útil.
Fue entonces que se puso fin a las fiestas y los romances con vedettes, deportistas, actrices en la residencia de Olivos.
También fue el fin de aquellos discursos en los que prometía naves espaciales argentinas con pasajeros que saldrían desde las serranías cordobesas, hacia el espacio exterior y desde allí a cualquier parte del mundo en menos de hora y media, como el que dijo en nuestra provincia.
El escándalo del tráfico ilegal de armas a la guerra civil en la ex Yugoeslavia, los atentados terroristas contra la embajada de Israel y contra el edificio a la AMIA involucraron a su gobierno en una trama siniestra. La investigación de los atentados fue obstaculizada desde su gobierno a partir de lo cual los atentados quedaron impunes y en la incógnita.
Intentó regresar a la presidencia en 2003 y ganó en primera vuelta ante una oposición fragmentada. Su principal oposición provenía del peronismo, que también llegaba dividido. Cuando estuvo a punto de ser arrollado por Néstor Kirchner en la segunda vuelta del 2003, se retiró y mantuvo así invicta su currícula electoral.
El triunfo del kirchnerismo lo redujo a la mínima expresión. Apenas le alcanzó para una plaza por La Rioja en el Senado que lo puso, hasta sus últimos días, a resguardo de cualquier acción judicial.