Gustavo Sáenz y un discurso violento y de campaña

El gobernador salteño, en vez de referirse al rumbo que tomará la provincia este año, utilizó la Asamblea Legislativa para atacar a opositores con un discurso sobreactuado y agresivo.

Cuando todos esperaban que el gobernador Gustavo Sáenz repasara su gestión y marcara el horizonte que la provincia seguirá en este 2023, el gobernador dio un chabacano discurso de campaña que incluyó ataques a sus adversarios políticos, en medio de una vulgar sobreactuación y la penosa utilización de la muerte de niños por causas que el Estado debía evitar.

Sáenz dio un discurso en el medio de un inusual y desmedido operativo policial que incluyó cientos de efectivo, una gran cantidad de vallas y un temor a ser increpado por los desmanejos en la gestión.

El discurso del mandatario estuvo atravesado, en todo momento, por un enardecido tono electoral, en donde habló de obras (algunas que todavía no se ejecutan) y mostró algunas cifras que no quedaron del todo claras. Sobre todo en Salud, en donde sus trabajadores están cada vez más precarizados y el faltante de personal es alarmante.

Fiel a su estilo personalista, Sáenz intentó mostrarse “cercano” a los salteños, con un latiguillo que atravesó su gestión estos tres años: “Siempre damos la cara”, dijo, pese a que, para evitar protestas inventó un protocolo y se tomó unas largas vacaciones -l igual que sus funcionarios- cuando los habitantes de San Martín llevaban varias semanas sin agua.

Agresivo

Sáenz arrancó su alocución llamando al diálogo y a trabajar todos juntos por Salta. Sin embargo, momentos después, decidió atacar duramente a sus opositores. “Es sencillo dar cátedra de cómo deben hacer las cosas desde la comodidad de sus casas o detrás de una computadora, pero nunca lo vi a ninguno de los que criticaban llevar un bidón de agua”, dijo.

“Los legisladores no gestionaron para sus departamentos”, dijo, apuntando siempre a sus adversarios.

El frente Avancemos fue el blanco favorito del gobernador, mostrando así su inseguridad y dándole el crédito de que estos pueden ser los únicos con chances reales de ganarle la elección. En un tramo de su discurso los llegó a llamar “rejunte de ocasión”, como si el propio frente que conduce no fuera eso. Solo basta mirar sus integrantes, que van desde dirigentes del PRO hasta autopercibidos kirchneristas, para entender que el saencismo es un rejunte de ocasión.

Lamentable

Con una llamativa sobreactuación, Gustavo Sáenz eligió cerrar su discurso con la problemática de la desnutrición de las infancias en el norte de la provincia.

Sin ponerse colorado (aunque sí lo estuvo por sus desaforados gritos) aseguró que antes de asumir su gestión “todos los días morían niños y niñas por desnutrición y deshidratación, es algo que se me grabó a fuego en el corazón y el alma. Hemos trabajado todos juntos codo a codo estos tres años para que esta realidad triste que nos golpeaba se termine”.

Vale recordar que el año anterior su propio Gobierno negó la muerte de varios niños por causas evitables y culpó a la pandemia. Luego cambiaron las cifras y por último terminaron aceptándolo.

Lo cierto es que esta situación no cambió en el norte: en lo que va del año, ya son tres los niños que perdieron la vida por deshidratación y desnutrición en lo que va del año.

En síntesis, Sáenz monto un penoso espectáculo en la Asamblea Legislativa y se perdió la oportunidad de contarle a los salteños cuál es la Salta que se viene. O tal vez no quería hacerlo.

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